Miguel Ángel Polo Santillán

La idea de “consejo” ha sido devaluada, pues remite a la experiencia pasada que nos puede orientar en las acciones presentes. Pero hoy la cultura líquida quiere todo nuevo, supuestamente rompe con el pasado y quiere empezar de cero. Y cada uno desea tener su propio criterio, por lo que no necesita consejos de otros. Los sujetos así solo terminan recurriendo a sus intereses particulares. Debemos reconocer que la política no empieza con uno, por lo que necesitamos escuchar las voces del pasado. No es casualidad que los mismos malos hábitos políticos se sigan repitiendo y no logremos ponerle límite.

Las filosofías y sabidurías de la humanidad ya nos han dejado enseñanzas que debemos traer a la memoria, si no queremos repetir los mismos errores una y otra vez. Así, los consejos expuestos, no son obra personal, sino recuperación de esa sabiduría milenaria. Estos están dirigidos especialmente a los aprendices de políticos, no a los que ya tienen la mente y el corazón endurecidos por sus prácticas corruptas o dogmáticas.

  1. Recuerda que eres mortal, que la vida es breve, así como el cargo, el poder o la función que realizas. En ese corto tiempo otros ciudadanos esperan buenos resultados para ellos y las generaciones que vienen. Por más que te guste el poder, terminará. Y si no lo has desempeñado bien, será un perjuicio no solo personal sino social. La brevedad de la vida y del poder no es para aprovecharlo egoístamente, sino para dar lo mejor de ti en beneficio de los demás. Así adquirirá sentido el corto tiempo que tengas en la administración política.
  2. Recuerda que toda actividad política tiene fines, pero hay un fin superior, que es el bien común, el bien de la comunidad humana. El fin de la política no lo pone el individuo que asume una función pública, sino está subordinado a dicho bien, más aún, este bien debiera dar sentido a su actividad. Y para que no se haga abstracto o ideal este bien, debes saber escuchar a los ciudadanos, sus carencias y expectativas, para ver las posibilidades de acción. Recuerda que estás ahí para atender a los bienes o servicios que requiere la sociedad, no para posesionar a tu partido o imponer tu ideología. Y si reconoces que no te interesa el bien común, entonces mejor dedícate a otra actividad.
  3. Recuerda que el juego político tiene reglas que debes respetar. Además de tener en cuenta el fin superior, el bien común, hay leyes, normas, reglas, reglamentos, procedimientos, de distinto tipo, que debes tener en cuenta. Y si ese marco normativo impide transformaciones justas, pues habría que cambiarlas. Evita cambiar las normas solo por mantener a tu grupo o tu ideología, sino observa la realidad, consulta con los afectados y busca la manera más democrática de hacer los cambios necesarios. Sobre todo, recuerda que hay derechos de las personas ganados históricamente, que se llaman Derechos Humanos. Y no vendas tu conciencia.
  4. Recuerda realizar lo que está permitido y a tu alcance, no lo que no está permitido ni está bajo tu poder. El poder político tiene espacios diferenciados de acción, por lo que no debieras usurpar funciones que no te pertenecen ni acaparar todo el poder. Esa sensación de tener poder e ir abarcando más y más esferas sociales, solo ha creado autoritarismo, dictaduras, dirigidos por sujetos que se creen iluminados e indispensables, utilizando a otras personas como mero medios para sus propios fines.
  5. Recuerda prepararte si deseas intervenir en política. Preparación moral, teórica y técnica. No se trata de dirigir a personas autoritariamente, manipulándolos, sometiéndolos a tus criterios, sino de ser un líder democrático, donde todos van aprendiendo. Nos hemos acostumbrado —en política— de separar a las personas en amigos y enemigos, perdiendo de vista el sentido último de la actividad política: el bien común.
  6. Recuerda seleccionar muy bien a la gente con la cual vas a trabajar, el requisito principal será la capacidad que tengan, no si son del partido o de la misma ideología, tampoco si tu jefe te ordena contratar al alguien u otro procedimiento corrupto. Los ciudadanos con el poder político necesitan de otros para lograr el bien superior, por lo que la meta común, la preparación técnica y política, la vocación democrática y las cualidades morales, pueden ser criterios para unirse con otros y trabajar en conjunto. La meritocracia sigue siendo un factor importante dentro del Estado, aunque no el único.
  7. Recuerda ser prudente. La prudencia no solo es una virtud ética, sino también política. Ser prudente quiere decir que no eres un sabio moral ni político, por lo que tendrás que escuchar, indagar, dialogar, antes de tomar decisiones. Reconoce que tú y tu grupo no son sabios para tomar decisiones absolutamente buenas o correctas. Por lo que deberás escuchar y dialogar, especialmente a los que afectará la decisión o normas en juego. Pero ser prudente en política también significa no irse a los extremos, camino fácil hoy cuando no nos ponemos límites, y rápidamente pasamos a ser autoritario, no escuchar al otro, comprar conciencias, gritar, insultar, difamar, agredir y hasta matar al adversario. El bien común difícilmente se encontrará yendo a los extremos.
  8. Recuerda que las acciones políticas no tendrán efectos solo sobre ti mismo, sino también sobre los demás, hasta probablemente sobre las generaciones futuras. Dejarás una huella positiva o negativa en los modos de hacer las cosas, en el hábito político, que, aunque no nos parezca, marca la vida de la sociedad. Por eso es difícil deshacerse de la corrupción política, porque su huella a lo largo de la historia republicana es tan grande que necesitamos fuerza de voluntad para cambiar de rumbo. Así, ¿qué quieres que quede en la memoria de la sociedad? ¿La de un sujeto que se aprovechó del cargo, manipulador, corrupto, dogmático, intransigente, autoritario, que le gustaba dominar a otros, o la imagen de un político que supo escuchar a los otros, trabajó por el bienestar colectivo, fue contra las tendencias corruptas y respetó los derechos humanos?
  9. Recuerda no perder el sentido de la realidad. Escucha a los ciudadanos, a las personas y sus necesidades. No estás ahí para tu propio beneficio, el sentido de tu actividad son las personas, que exigen bienes necesarios para existir dignamente. Y tú no decides lo que significa eso. Baja de las nubes, revisa los cuadernos de reclamos, camina por las oficinas, conversa con la gente, observa como uno más, aprende del día a día de los que están a tu alrededor. No realices tu función solo desde las nubes de los números, las estadísticas, los planes, las metas y las abstracciones.
  10. Finalmente, no dejes de ser un aprendiz, pues la ideología o los intereses privados no pueden anteponerse a la finalidad de la política. La realidad siempre es más compleja y requerirá de disposición a aprender, a escuchar y dialogar con empatía. Y especialmente no dejes de observarte a ti mismo, de ver tus formas de actuar y pensar, tus deseos y motivaciones últimas, de cómo te afecta el poder, del juego de las máscaras, y de si estás dando más valor al dinero, al poder, al reconocimiento, que a la finalidad principal de la acción política.

Entonces, ¿estás dispuesto a renovar la política? Pues, enhorabuena.