La obra de Isao Takahata como fundador de estudio Ghibli es identificada rápidamente por su imaginería desbordante. Por eso mismo, se resalta siempre la singularidad de «La Tumba de las Luciérnagas» (1988), una narrativa desprendida de un relato autobiográfico que prácticamente no cuenta con elementos fantásticos. Por el dramatismo de su relato anclado en la tragedia de la guerra, por su manejo de silencios y la mirada a las pequeñas actividades y los espacios de sus personajes, se ha emparentado al film de Takahata inclusive con el neorrealismo italiano. Un interés más genuino en la cultura japonesa encontrará, sin embargo otros puntos referenciales para observar esta película.
Talía Vidal, investigadora avocada a la cultura popular japonesa e integrante actual de la revista Sugoi, nos habla de la razón de ser de «La Tumba de las Luciérnagas», la necesidad que tuvo su director para contar la inolvidable historia de Seita y Setsuko.
Publicado originalmente el 10 de julio del 2020.