Miguel Ángel Polo Santillán
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Introducción
¿Qué tan difícil es que la autoridad política, de cualquier nivel, proceda de manera ética? Este martes (16-02-21) se ha hecho público una lista donde aparecen funcionarios públicos, empresarios, médicos, familiares, que ya se habían vacunado, con un lote adicional que llegó el año pasado (1). Mientras que recién el 09 de febrero del 2021 había empezado la vacunación en el Perú, al personal de salud. Este caso ha sido denominado Vacunagate.
La historia empezó el año pasado, que, para este artículo, resumo en los siguientes hechos. La Universidad Peruana Cayetano Heredia (particular) y el laboratorio chino Sinopharm firmaron contrato para que esta universidad peruana haga los ensayos clínicos de tercera fase. Al llegar las vacunas para probarse con voluntarios inscritos, también llegaron 3200 vacunas adicionales, de las cuales 1200 era destinadas a la Embajada China y el resto era para ser usados en el personal que participaría en dichas pruebas. Sin embargo, hubo representantes del Ministerio de Salud y de la Cancillería peruana que solicitaban que se inocule esas vacunas a determinadas personas, que no participaban directamente en los ensayos. Así, se vacunaron políticos, diplomáticos, empresarios, familiares, etc., sin dar a conocer este acto (2). Al conocerse esta irregularidad, surgieron las críticas y los sentimientos de indignación. Todo esto llevó a que el Consejo Universitario de la UPCH destituyera al Dr. Germán Málaga (17-02-21), encargado de los ensayos clínicos, el mismo día renunciaron el rector y los vicerrectores de esta casa de estudios.
Por su parte, la UNMSM participó para ayudar a la UPCH en los ensayos clínicos. Y también recibió una parte de esas vacunas adicionales. El Manifiesto, aparentemente del Rector y del Vicerrector de Investigación de San Marcos, señala: “Es necesario precisar también, que la Unidad de Ensayos Clínicos de la UNMSM recibió 100 dosis de vacunas, independientemente de las 4500 vacunas del ensayo. De las 100 dosis se aplicaron 88 a los integrantes del proyecto de investigación, directos e indirectos, las cuales fueron autorizadas por el Dr. Eduardo Ticona Chávez, responsable del equipo del proyecto. No se aplicó a ninguna persona que no tenía relación o vínculo con el desarrollo del proyecto, ni de la universidad ni de otra entidad externa. Las 12 dosis restantes se encuentran en custodia.” Y justifican que se les haya inoculado la vacuna diciendo: “solo dos [autoridades] participamos y estamos vinculados y somos responsables de la gerencia del proyecto.” Antes y después de este documento ha habido voces de estudiantes, profesores y trabajadores que piden la renuncia de las dos autoridades.
Todo genera una serie de preguntas. ¿Hay razón ética alguna para que políticos, empresarios y personas no ligadas a la investigación hayan sido inoculados? ¿Por qué los funcionarios públicos guardaron silencio? ¿Qué criterios siguieron los investigadores para repartir esas vacunas adicionales? ¿Se justifica que el investigador principal haya vacunado a su esposa e hija? ¿Es realmente un asunto entre privados que no debiera tener repercusiones éticas ni legales? ¿Realmente las vacunas adicionales eran para el personal de salud o habían sido enviadas para favorecer en las negociaciones con la empresa china? ¿Para qué llegaron estas vacunas adicionales?
No cabe duda de que hay delitos que se han cometido, que los abogados podrán determinar, nosotros solo queremos pensar en dos aspectos éticos relevantes de este caso.
Lo privado y lo público
¿Cuál es el criterio para distinguir lo público de lo privado? Históricamente la distinción de ambos aspectos ha llegado a ser importante para las sociedades modernas, por la forma de entender al ser humano como individuo libre y por la forma liberal de entender la organización política, donde el Estado debiera garantizar los derechos de los individuos.
Para este artículo tomaremos las indicaciones de “lo público” de Hannah Arendt (1996): el mundo que es común a nosotros, lo que “está relacionado con los objetos fabricados por las manos del hombre, así como con los asuntos de quienes habitan juntos en el mundo hecho por los hombres” (p. 62). Sopesemos esto por un momento, teniendo en cuenta nuestro caso. Lo público requiere de “objetos fabricados” que permita el mantenimiento de la comunidad política, en nuestro caso, son las vacunas, pues la enfermedad está poniendo en riesgo no solo la vida individual, sino de la misma comunidad. Y el otro aspecto son los “asuntos” comunes, como las creencias, los valores, las normas, los problemas y las decisiones que tomamos, con consecuencia para los demás.
Más adelante, agrega que la esfera pública depende de la permanencia, por lo que lo público no se circunscribe solo a la generación actual, sino también a las venideras. Así, resultan asociados el mundo común, lo público y la publicidad. Dice Arendt: “La publicidad de la esfera pública es lo que puede absorber y hacer brillar a través de los siglos cualquier cosa que los hombres quieran salvar de la natural ruina del tiempo” (p. 64). Este aspecto resulta relevante para nuestro caso, y para todos los casos de corrupción, pues hacer visible los actos de corrupción, hacerlos públicos, es una forma de afirmar el espacio común, en otras palabras, de afirmar la sociedad civil. La esfera pública es tal porque se somete a la publicidad, a que sea compartida por todos, porque es de interés de todos los que habitamos el espacio común. Esa es la razón de ser de la transparencia y de la rendición de cuentas del funcionario público.
Desde lo anterior, podemos ver lo errado del argumento que considera que lo sucedido entre UPCH y Sinopharm es un asunto privado. Por el lado del contrato entre privados, en condiciones normales y bajo las leyes del mercado, quizá no habría problema moral, salvo si una de las partes falta a su cumplimiento. Pero en la situación actual de pandemia, estos acuerdos están en función de atender un bien global, la salud de las personas. Además, han sido avalados por el Estado, pues están en juego la vida de sujetos sometidos a experimentación y los resultados de dicha investigación servirán para tomar decisiones de los Estados. Así que lo que haga la UPCH está bajo mirada de las entidades del Estado y de los medios de comunicación, por lo que debieran rendir cuentas de lo que realmente sucedió.
Por el lado de los funcionarios públicos y familiares que fueron vacunados, estos no tuvieron en vista el bien público, por lo que afectaron dicho bien. No puede alegarse que estas personas no afectaron ni al Estado ni a la sociedad, pues los experimentos y las personas implicadas están dirigidas hacia la solución de un problema nacional, por lo que todos estos recursos son para proteger el bien de la salud pública. Y no se puede sostener el espacio público sin proteger este bien común.
Teniendo en cuenta las experiencias de corrupción anterior, rápidamente se desliza la posibilidad de que estas vacunas adicionales hubiesen llegado para sobornar a los decisores de los contratos de compra de vacunas, de ese modo asegurarse el negocio. Esta sospecha se incrementa cuando los intermediarios para usar esas vacunas eran funcionarios del Ministerio de Salud y Cancillería. En el escenario mundial, los laboratorios están negociando sus vacunas con los diferentes Estados, por lo que el tipo de acuerdo debiera hacerse público, para reducir las posibilidades de malos contratos y corrupción.
Todo este asunto afecta la comunidad política, por lo que tendrá que defenderse haciendo conocer todo lo que sucedió. Lo público y la consecuente publicidad siguen siendo una forma de hacer frente a la corrupción política y económica, y de mantener la comunidad política.
La mentira en la función pública
En este caso resaltan dos mentiras, por la envergadura del cargo. La primera fue del expresidente Martín Vizcarra y la segunda de la exministra Pilar Mazzetti. En el primer caso, el señor Vizcarra ha sostenido (11-02-21) en conferencia de prensa que él fue invitado a participar en los ensayos clínicos, por lo que le fue inoculada la vacuna. Sin embargo, el médico Germán Málaga ha sostenido que no es así, que el señor Vizcarra —cuando era presidente— se interesó por las vacunas que se probaban y manifestó estar interesado en vacunarse. A lo que este médico accedió. Más aún, ha señalado que se pidió dos vacunas más, que resultaron ser para la esposa y el hermano del entonces presidente (3).
Por su parte, la exministra de Salud, Mazzetti, señaló el 10-02-21, que sería la última en ser vacunada, diciendo “el capitán es el último que abandona el barco” (4). Sin embargo, ya había sido vacunada el día 12 de enero del año en curso (primera dosis, la segunda fue el 06 de febrero), según el informe de la Universidad Particular Cayetano Heredia. El día siguiente señaló que desconocía que alguien hubiese sido vacunado irregularmente, lo cual también era mentira (5). Después de la publicación de la lista de vacunaciones pidió disculpas, pues se había dejado llevar por el miedo a ser contagiada (6).
¿Está permitido mentir a los gobernantes y a sus ministros? Este ha sido uno de los temas más antiguos de la ética y la filosofía política. Hasta Platón (1986) justificaba la mentira (“mentira expresada en palabras”, decía él, para diferenciarla de la “verdadera mentira” de las cosas con respecto a las ideas puras) como uso de los gobernantes frente a los adversarios:
“En cuanto a la mentira expresada en palabras, ¿cuándo y a quién es útil como para no merecer ser odiosa? ¿No se volverá útil, tal como un remedio que se emplea preventivamente, frente a los enemigos, y también cuando los llamados amigos intentan hacer algo malo, por un arranque de locura o de algún tipo de insensatez?” (República, II, 382c)
Y más adelante, en el libro III (389b) vuelve a reiterar que la verdad debe ser valorada por sobre todas las cosas, pero admite que la mentira pueda ser útil como como un remedio utilizado por un médico. Claro, el médico es el gobernante. Y añade:
“Si es adecuado que algunos hombres mientan, éstos serán los que gobiernan el Estado, y que frente a sus enemigos o frente a los ciudadanos mientan para beneficio del Estado; a todos los demás les estará vedado. Y si un particular miente a los gobernantes, diremos que su falta es igual o mayor que la del enfermo al médico o que la del atleta a su adiestrador cuando no les dicen la verdad respecto de las afecciones de su propio cuerpo; o que la del marinero que no dice al piloto la verdad acerca de la nave y su tripulación ni cuál es su condición o la de sus compañeros.” (389b)
Parece que para Platón se justifica mentir por parte del gobernante padre-sabio y guiado por el bien de la polis. Solo él sabría utilizarla como un remedio. Admitiendo por un momento el uso político de la mentira, lo cierto es que hoy hay más condiciones para que el límite se vuelva difuso, ¿cuándo realmente se haría por el bien de la nación? Suponiendo que el gobernante mienta sobre su participación en una empresa corrupta o sobre la compra irregular de equipos médicos, y lo haga porque en ese momento peligra la estabilidad de la nación, ¿se justificaría? ¿Puede una persona encarnar la nación para que su destitución traiga una crisis con peores consecuencias? ¿Realmente se podría mentir para salvaguardar el bien común?
Lo cierto es que hoy estamos en menores posibilidades para usar la mentira como se debe (según la idea de Platón), es decir, por el bien del país, pues los gobernantes suelen confundir sus intereses personales con los intereses de la nación. Ese es pues la fuente del patrimonialismo, generadora de corrupción.
Hoy también se podría criticar la supuesta cualidad del gobernante que sabe y de los ciudadanos que no saben y que por nuestro bien nos deban mentir, para así alcanzar un bien mayor. Esa visión paternalista y aristocrática no se sostiene hoy día. Los políticos y médicos no son nuestros padres, son servidores públicos y como tales deben respeto a los ciudadanos.
Una vez más el patrimonialismo y el clientelismo
La inoculación de las vacunas a funcionarios públicos, empresarios y familiares, además de otras personas que no participaron en los estudios, es una expresión más de la corrupción política. Además, destacan los siguientes problemas morales: abuso de autoridad (influencia de poder y uso indebido del mismo), compadrazgo (que implica favoritismo y preferencia), fraude, falta de transparencia, mentira, carencia de vergüenza, confundir los méritos personales o profesionales con derechos morales, nulo discernimiento ético, entre otros. Quizá todos estos giran en torno al patrimonialismo, es decir, el creer y sentir que, por el cargo que se ostenta, las cosas y las personas son su posesión o están a su servicio. Creer y sentir que tener un poco de poder le da el privilegio de disponer de los bienes públicos según sus criterios personales. De ese modo, la ceguera del poder le hace confundir entre los bienes privados y los bienes públicos, los intereses privados y los intereses públicos. Y no es posible mantener esto sin clientelaje, una red de personas que hacen funcionar esta matriz de la corrupción.
Si bien es cierto que con la pandemia estamos enfrentando una nueva situación en la humanidad, por lo menos por su escala y consecuencias, los políticos, los empresarios y el personal de salud no están partiendo de cero en cuestiones éticas. Esto incluye tener en cuenta los principios, las normas, el diálogo con otros, la transparencia y la rendición de cuentas. Claro que este ejercicio racional y ético se ve obstaculizado por una cultura y unas instituciones centradas en la codicia, la obcecación con el poder y la estupidez del egoísmo. La ética pasa a ser una cosmética, a adornar un discurso, pero sin la intención de transformar nada. Una vez más, será tarea de los ciudadanos el seguir luchando contra este mal social.
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Notas:
(1) BBC News Mundo (17.02-21), Coronavirus en Perú: 4 claves para entender el escándalo de las vacunas que causa indignación en el país. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56101527
(2) France24 (17-02-21), 'Vacunagate' en Perú: decenas de poderosos se inocularon con artimañas y en secreto. Recuperado de https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20210216-peru-vacunagate-escandalo-vacunas-covid19-vizcarra
(3) Diario El Peruano (16-02-21), Germán Málaga asegura que Martín Vizcarra pidió vacuna activa contra covid-19. Recuperado de https://elperuano.pe/noticia/115454-german-malaga-asegura-que-martin-vizcarra-pidio-vacuna-activa-contra-covid-19
(4) Diario Gestión (10-02-21), Pilar Mazzetti será la última en ser vacunada entre el personal de salud. Recuperado de https://gestion.pe/peru/politica/pilar-mazzetti-la-ultima-en-vacunarse-el-capitan-es-el-ultimo-que-abandona-el-barco-nndc-noticia/)
(5) RPP Noticias (11-02-21), Pilar Mazzetti: "Desconozco si alguna autoridad se ha sometido" a ensayos de la vacuna de Sinopharm. Recuperado de https://rpp.pe/peru/actualidad/coronavirus-pilar-mazzetti-desconozco-si-alguna-autoridad-se-ha-sometido-a-ensayos-de-la-vacuna-de-sinopharm-martin-vizcarra-noticia-1320444
(6) Pilar Mazzetti pide perdón al Perú por vacunarse en secreto "cometí el peor error de mi vida". Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=K-Z_DyDF54Q
Referencias
Arendt, H. (1996). La condición humana. Barcelona: Paidós.
Platón (1986). Diálogos. VI, República. Madrid: Gredos.