Artículo de Camilo Torres sobre Fernando Tola Mendoza, redactado para la revista Dedo Medio. Lima, 2016.
Más allá del pisco sour y la lana de vicuña, el Perú es rico en otros productos de exportación, por ejemplo en el campo de las humanidades y la literatura. Fernando Tola Mendoza, el famoso traductor de la cultura india para todo el mundo de habla hispana, es peruano y cumplió los cien años de vida con plena lucidez y rodeado de reconocimientos y proyectos en desarrollo. En Dedomedio le rendimos homenaje.
Por Camilo Torres
En diciembre del año pasado, en Delhi, el gobierno de la India otorgó una condecoración singular: la de “indólogo sobresaliente por sus estudios sobre la India y el idioma sánscrito”. El hombre que la recibió había cumplido cien años dos meses antes. Este erudito centenario es el peruano Fernando Tola Mendoza y merece largamente esa condecoración, pues por ochenta y cinco años ha estudiado, traducido y difundido, en español e inglés, obras clave del budismo indio y del brahmanismo. Es decir que, en todo el ámbito hispanohablante, si quieres conocer el budismo en textos traducidos directamente del idioma original al español, puedes hacerlo gracias a las respetadas versiones que generosamente ha realizado Fernando Tola.
Autodidacta y maestro
Todo empezó en Bruselas, cuando el indólogo era estudiante de secundaria y recibía muy exigentes clases de latín y griego antiguo. Un día se le ocurrió asomarse al sánscrito y habló con el único profesor que podía orientarlo en tan enigmática lengua, y este le indicó que consiguiera una gramática. Cuando el libro llegó de París, el joven Tola se encontró con dos sorpresas: el texto, a pesar de ser editado por una casa conocida, no estaba impreso, sino escrito a mano; el profesor había desaparecido para siempre. Así que el muchacho decidió aprender solo.
De regreso a Lima y siendo doctor en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Fernando Tola marcó un hito en la historia intelectual peruana cuando fundó el Instituto de Lenguas y Culturas Orientales de la Facultad de Letras. Era 1962 y allí dirigió las investigaciones de jóvenes peruanos y otros que venían del extranjero para lanzarse a los abismos de la civilización india; entre ellos estaba la argentina Carmen Dragonetti, quien había de convertirse en su esposa, compañera de viajes y principal colaboradora. Muy lamentablemente, la demagogia terminó con este centro de investigación cuando un grupo de estudiantes se apropió del pequeño local que tenía y trasladaron su biblioteca… al baño. Era una colección formada por volúmenes valiosísimos traídos de distintos puntos del planeta y en varios idiomas.
Viaje al centro de la India
¿Por qué Fernando Tola es tan importante a nivel internacional en lo relativo a estudios sobre la India? Su labor consiste en descifrar libros sagrados budistas o hinduistas en sus idiomas originales y trasladarlos al castellano. Para eso, claro, se debe manejar con soltura tres idiomas: el sánscrito, el pali y el hindi. Sin embargo, Tola no quedó satisfecho con eso. Ocurre que muchos textos sagrados antiguos se han perdido en su forma original y solo sobreviven en otras lenguas, así que el heroico investigador ha aprendido además chino, tibetano, japonés y persa antiguo, pues en estas lenguas se han conservado traducciones arcaicas de las obras indias desaparecidas. De esta forma, ha conseguido rescatarlas y llevarlas al español y al inglés. Y en muchos casos nunca antes se habían publicado en estas lenguas.
De este modo, apareció en 1968 el primero de más de cuarenta libros: Himnos del Rig Veda. Buenos Aires, Sudamericana, seguido un año después por los Himnos del Atharva Veda. En 1971 la prestigiosa casa Barral, de Barcelona (que tanta importancia tuvo en el boom latinoamericano), lanzó Amaru, cien poemas de amor. También con el sello de Barral, y en 1973, aparecieron Doctrinas secretas de la India: Upanishads y Los Yogasutras de Patañjali, este en colaboración con Carmen Dragonetti. Cuatro años más tarde se publicó en Monte Ávila Ediciones el Bhagavad-Gita, El Canto del Señor, pieza fundamental de la literatura y filosofía indias.
Enumerar sus traducciones sería interminable. A esta producción fecunda hay que sumar una cantidad inmensa de artículos en revistas especializadas. Tola ha recibido un justo reconocimiento y es una leyenda viva, maestro de profesionales que hoy son a su vez maestros de otra generación. Con toda justicia, en el Perú recibió la Orden del Sol, en el Grado de Gran Oficial, y las Palmas Magisteriales, en el Grado de Amauta.
Después de los primeros cien años
Actualmente reside en Buenos Aires, con Dragonetti y sus hijas, desde 1969. De su primer matrimonio, con Marta de Habich, tuvo tres hijos, uno de los cuales es el pintor y escultor José Tola. Para el versátil erudito, la producción intelectual es una forma de vida constante. En estos momentos se encuentra preparando, con la ayuda de su esposa, una nueva traducción. Esta vez se trata de un manuscrito recientemente encontrado en Tíbet por un equipo de investigadores japoneses y editado por ellos en su país: El Sutra de la Enseñanza de Vimalakirti. La importancia de esta obra reside en que es una clave para la comprensión del budismo chan, en chino, que en japonés sería conocido como zen. El inagotable Tola se encuentra sumergido en la preparación de una traducción anotada del sánscrito budista híbrido, cotejada con la traducción tibetana y las versiones chinas. Una vez más ha elegido un texto del que aún no hay traducción directa del sánscrito al español.
Con serenidad oriental, Tola da muestras de una actividad ininterrumpida y dirige con Dragonetti la Fundación Instituto de Estudios Budistas (FIEB), que ambos crearon en diciembre de 1989 y donde se dicta cursos de posgrado. Pero aún hay más. Ambos trabajan varios temas simultáneamente: investigaciones sobre filosofía comparada de la India y Occidente (vedismo, Upanishads, samkhya, yoga, vaisheshika, Vedanta), preparan ediciones de diversos textos del budismo pali, estudian el sistema filosófico indio Vaisheshika, elaboran un ensayo sobre Erich Frauwallner y el nazismo y la filosofía de la India… Fernando Tola demuestra así que la erudición puede ser un ejemplo de fertilidad.